
¡Oh Sabiduría Eterna! Te damos gracias y te alabamos.
Tú nos llamas de todos los rincones del mundo
para hacer de nosotras tus amigas y tus profetas;
para hacernos mujeres felices.
Te pedimos que mires con amor
a tantas mujeres generosas;
suscita en ellas el deseo y la pasión de seguirte;
de unirse a nosotras, de formar parte de nuestra Congregación.
Tú nos llamas de todos los rincones del mundo
para hacer de nosotras tus amigas y tus profetas;
para hacernos mujeres felices.
Te pedimos que mires con amor
a tantas mujeres generosas;
suscita en ellas el deseo y la pasión de seguirte;
de unirse a nosotras, de formar parte de nuestra Congregación.

Pon en el corazón de las mujeres que llamas y en el nuestro
la gracia de entrar en la sabiduría del Evangelio y
de amar, como Tú, a quienes pones en nuestro camino y
de manera preferencial a los más vulnerables y pequeños.
Concédenos corazón abierto, mirada vigilante
para ver el sufrimiento de nuestros hermanos/as;
para luchar y trabajar por la justicia y por la vida,
rechazando toda situación de pecado y de muerte.
la gracia de entrar en la sabiduría del Evangelio y
de amar, como Tú, a quienes pones en nuestro camino y
de manera preferencial a los más vulnerables y pequeños.
Concédenos corazón abierto, mirada vigilante
para ver el sufrimiento de nuestros hermanos/as;
para luchar y trabajar por la justicia y por la vida,
rechazando toda situación de pecado y de muerte.

¡Oh Sabiduría eterna y encarnada!
Haz de nosotras mujeres audaces y portadoras de esperanza.
Que sepamos poner en Ti Solo nuestra confianza;
que sepamos acogerte como María.
¡Oh María! Acoge a todas las mujeres llamadas
a ser HIJAS DE LA SABIDURIA con nosotras.
Condúcenos y acompáñanos por el camino trazado
por Luis María de Montfort y María Luisa de Jesús. Amén.
Haz de nosotras mujeres audaces y portadoras de esperanza.
Que sepamos poner en Ti Solo nuestra confianza;
que sepamos acogerte como María.
¡Oh María! Acoge a todas las mujeres llamadas
a ser HIJAS DE LA SABIDURIA con nosotras.
Condúcenos y acompáñanos por el camino trazado
por Luis María de Montfort y María Luisa de Jesús. Amén.